Los derechos de reparación militar de EE. UU. enfrentan el rechazo de la industria en el proyecto de ley de defensa

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El impulso del ejército estadounidense para obtener capacidades de reparación independientes para sus equipos está amenazado por los contratistas de defensa, que están presionando para reemplazar las disposiciones sobre el “derecho a reparar” en la próxima Ley de Autorización de Defensa Nacional (NDAA, por sus siglas en inglés) con un costoso modelo de suscripción de “datos como servicio”. A pesar del apoyo bipartidista para empoderar a los militares para que arreglen sus propios equipos, los grupos industriales están preparados para ganar una concesión importante que mantendría a los militares dependientes de los fabricantes para el mantenimiento y garantizaría flujos continuos de ingresos para esas empresas.

El enfrentamiento: independencia versus dependencia

El debate se centra en si el Departamento de Defensa (DoD) debería tener acceso total a la información y las herramientas necesarias para reparar sistemas de armas avanzados, drones, vehículos e incluso equipos básicos. Actualmente, cuando falla una pieza de equipo militar, el Departamento de Defensa a menudo debe confiar en técnicos aprobados por el fabricante o esperar a que los contratistas envíen equipos, lo que genera retrasos e ineficiencias.

Los defensores del derecho a reparar, incluidos legisladores como la senadora Elizabeth Warren y ex funcionarios de la administración Trump, argumentan que esta dependencia es inaceptable. Señalan la necesidad de una respuesta rápida en las operaciones activas, el desperdicio del dinero de los contribuyentes en servicios redundantes y el potencial de innovación sofocado por las restricciones de propiedad. Históricamente, el ejército ha impulsado el avance tecnológico y limitar sus capacidades de reparación podría obstaculizar el progreso futuro.

La contramedida de la industria: los datos como mercancía

Los contratistas de defensa, representados por grupos como la Asociación Industrial de Defensa Nacional (NDIA) y la Asociación de Industrias Aeroespaciales (AIA), están respondiendo agresivamente. Afirman que obligarlos a compartir propiedad intelectual (PI), los planos y procesos detrás de sus productos, sofocaría la innovación y socavaría su ventaja competitiva.

Su solución propuesta: un servicio de suscripción que le dé al Departamento de Defensa acceso a los datos de reparación solo cuando sea necesario, por una tarifa. Esto transforma efectivamente el mantenimiento en un flujo de ingresos recurrente, asegurando que los contratistas sigan siendo esenciales para las operaciones militares. Según la AIA, no se trata de bloquear las reparaciones, sino de proteger la propiedad intelectual crítica para que no caiga en manos equivocadas. Sin embargo, los críticos argumentan que se trata de un intento apenas disimulado de encerrar al Departamento de Defensa en un ciclo perpetuo de dependencia.

Influencias políticas y puertas giratorias

El resultado depende del texto final de la NDAA, actualmente en una fase de conferencia entre la Cámara y el Senado. Se informa que legisladores clave, incluido el representante Mike Rogers y el miembro de mayor rango Adam Smith, simpatizan con la posición de la industria y presionan por el modelo de datos como servicio.

Los datos de OpenSecrets revelan que tanto Rogers como Smith han recibido donaciones sustanciales de empresas de defensa, lo que plantea dudas sobre posibles conflictos de intereses. Si bien no hay evidencia directa de quid pro quo, los vínculos financieros resaltan la influencia omnipresente del lobby de defensa en Washington. La puerta giratoria entre el Congreso y la industria de defensa garantiza que los intereses corporativos permanezcan a la vanguardia de las decisiones políticas.

Las implicaciones más amplias

Si se elimina el derecho a reparar en favor del modelo de suscripción, representará una gran victoria para los contratistas de defensa y un revés para la independencia militar. Los contribuyentes seguirán pagando la factura de los servicios redundantes, mientras que la innovación puede verse afectada a medida que el Departamento de Defensa siga atrapado en ecosistemas propietarios.

En última instancia, la lucha por los derechos de reparación subraya una tensión fundamental: si los militares darán prioridad a la autosuficiencia y la rentabilidad o seguirán dependiendo de empresas privadas para mantener las herramientas de la defensa nacional. La decisión final no sólo dará forma al futuro del mantenimiento militar sino que también sentará un precedente sobre cómo el gobierno aborda la propiedad intelectual y la innovación en otros sectores críticos.