Los esfuerzos de la Unión Europea para frenar a las grandes empresas tecnológicas están flaqueando a medida que Estados Unidos aplica una presión significativa para debilitar o retrasar políticas digitales clave. Las históricas Ley de IA, Ley de Servicios Digitales (DSA) y Ley de Mercados Digitales (DMA) de la UE se enfrentan a revisiones, aplazamientos y una resistencia abierta, cediendo efectivamente a las demandas de Estados Unidos. Este cambio marca un retroceso sustancial en la ambición de la UE de establecer la soberanía digital y remodelar la relación entre los reguladores y los gigantes tecnológicos globales.
La erosión de la regulación de la IA
La Ley de IA de la UE, diseñada para regular la inteligencia artificial, ahora es vulnerable a retrasos y debilitamiento. El cronograma original establecía la implementación total para agosto de 2027, con hitos clave en 2026. Sin embargo, la Comisión Europea ahora contempla posponer un año las sanciones por incumplimiento, supuestamente para dar a las empresas “tiempo suficiente” para adaptarse. Esta medida plantea dudas sobre la efectividad de la ley, ya que efectivamente otorga más margen de maniobra a las empresas de tecnología que ya enfrentan escrutinio.
Según el portavoz de la Comisión, Thomas Regnier, “las normas están retrasadas” y “las preocupaciones de la industria y los estados miembros” están impulsando la necesidad de una revisión. Este lenguaje sugiere que el lobby corporativo y los intereses nacionales están prevaleciendo sobre el impulso regulatorio inicial. El retraso está estratégicamente sincronizado dentro de un paquete “ómnibus digital” más amplio, que podría diluir aún más la intención original de la Ley de IA.
Estancamientos de la política de telecomunicaciones
La Ley de Redes Digitales, destinada a modernizar la infraestructura de telecomunicaciones de Europa, también está estancada. La Comisión de la UE pospuso la discusión hasta finales de enero de 2026, citando desacuerdos entre los estados miembros. Los principales puntos conflictivos incluyen los plazos para la eliminación gradual de las redes de cobre (Alemania se resistió al plazo propuesto de 2030) y el fortalecimiento de la autoridad del ORECE, el organismo regulador europeo.
Las autoridades nacionales temen perder influencia y las revisiones de las reglas de neutralidad de la red se han abandonado silenciosamente. La iniciativa para reequilibrar las condiciones del mercado entre las telecomunicaciones y las grandes empresas tecnológicas sigue siendo vaga, lo que indica un debilitamiento del poder de negociación de la UE. En esencia, el proyecto del mercado único de telecomunicaciones se está desmoronando.
Oposición de Estados Unidos a la Ley Espacial de la UE
Estados Unidos se ha opuesto abiertamente a la Ley Espacial de la UE, alegando que obstaculiza a las empresas estadounidenses al restringir sus operaciones. El Departamento de Estado de Estados Unidos emitió una crítica de 13 páginas exigiendo revisiones para evitar represalias en virtud del acuerdo arancelario. El documento afirmaba sin rodeos que el borrador actual “contradice el espíritu del acuerdo”, instando a Europa a priorizar la cooperación con el gobierno y la industria de Estados Unidos por encima de barreras adicionales. Esta intervención directa subraya la determinación de Estados Unidos de mantener su dominio en el sector espacial.
Los gigantes tecnológicos rechazan DSA y DMA
Los gigantes tecnológicos estadounidenses se están resistiendo activamente a DSA y DMA, presentando apelaciones y retrasando los plazos de cumplimiento. Apple y Google han criticado duramente la DMA, mientras que la Comisión Federal de Comercio advirtió que ciertas reglas de la DSA podrían entrar en conflicto con las leyes estadounidenses, particularmente en lo que respecta a la libertad de expresión y la seguridad ciudadana.
El Departamento de Estado de Estados Unidos incluso presionó en nombre de los gigantes de la industria Wi-Fi (Apple, Broadcom, Cisco, Qualcomm) para proteger una banda de espectro móvil específica. El Grupo de Política del Espectro Radioeléctrico (RSPG) propuso un compromiso que favoreciera a los operadores móviles, y 13 de los 27 países de la UE se pusieron de su lado. La decisión final recae en la Comisión Europea, pero la influencia del lobby estadounidense es innegable.
La trayectoria actual sugiere que las ambiciones digitales de Europa están siendo socavadas sistemáticamente por la presión estadounidense. El debilitamiento de regulaciones clave no sólo disminuye el poder regulatorio de la UE sino que también sienta un precedente para futuras negociaciones, donde la coerción económica triunfa sobre la soberanía.
La retirada de la UE en política tecnológica revela los límites de su soberanía digital. La realidad es que la influencia de Washington es abrumadora, lo que obliga a los reguladores europeos a ceder terreno en nombre del comercio y la cooperación. Las consecuencias a largo plazo incluyen una menor innovación, una menor protección al consumidor y una perpetuación del dominio de las grandes tecnologías.
