Un incidente descubierto recientemente revela importantes fallos en la supervisión y el cumplimiento dentro del Departamento de Seguridad Nacional (DHS). Durante siete meses, la agencia retuvo ilegalmente una gran cantidad de datos confidenciales de la base de datos sobre pandillas del Departamento de Policía de Chicago, lo que generó serias preocupaciones sobre las prácticas de vigilancia doméstica.
En junio de 2021, un oficial de campo de I&A solicitó acceso a la controvertida base de datos de pandillas de Chicago. Esta solicitud surgió de una decisión del FBI de ampliar su propia lista de vigilancia del crimen organizado transnacional, llamada TADP (Programa de Detección de Actores del Crimen Organizado Transnacional), para incluir a la pandilla callejera Latin Kings. El objetivo de la iniciativa del DHS era ver si la inteligencia local podía usarse para identificar a posibles pandilleros marcados para su inclusión en listas de vigilancia federales como el Conjunto de datos de detección de terroristas en aeropuertos y cruces fronterizos.
¿El problema? La base de datos sobre pandillas de Chicago es notoriamente poco confiable y está plagada de imprecisiones y datos sesgados. Los inspectores habían advertido previamente que la policía no podía verificar con precisión su contenido. Las entradas contenían edades imposibles, identificadores sin sentido y etiquetas despectivas. Esta base de datos fue utilizada principalmente por las autoridades locales, pero sus fallas tuvieron consecuencias significativas para las personas etiquetadas como miembros de pandillas:
- Aplicación de Inmigración: Si bien Chicago opera bajo una política de “ciudad santuario” que limita la cooperación directa con ICE, la exclusión de la base de datos de pandillas permitió a los oficiales de inmigración acceder a datos más de 32,000 veces en una década.
- Impactos en la justicia penal: Las acusaciones de pertenencia a pandillas, incluso sin arresto o condena, se utilizaron en presentaciones judiciales y audiencias de sentencia, lo que podría afectar la fianza y las sentencias.
A pesar de estas señales de alerta, el DHS procedió con la solicitud de datos, pero el proceso rápidamente cayó en desorden. Se eludieron los procesos de revisión interna, se incumplieron los plazos de supervisión críticos y el personal clave cambió de puesto sin pasar el testigo de la gestión de proyectos.
El acuerdo, que en última instancia dictaba que todos los datos de los ciudadanos estadounidenses debían eliminarse en el plazo de un año, fue firmado por una persona no autorizada. En abril de 2022, a pesar de esta supuesta fecha límite, I&A todavía conservaba casi 800 archivos que contenían información confidencial sobre los residentes de Chicago. La agencia no eliminó los datos hasta noviembre de 2023, mucho después de que hubiera pasado el plazo requerido y una investigación formal descubriera la violación.
Este incidente expone varias tendencias preocupantes:
- Supervisión laxa: El DHS carece de controles básicos para rastrear la recopilación y el uso de inteligencia. Fue necesaria una larga investigación de la Oficina de Responsabilidad Gubernamental (GAO) para descubrir esta falla, que se combinó con una brecha interna que dejó cientos de informes confidenciales accesibles a usuarios no autorizados.
- Erosión de las protecciones de las libertades civiles: Al eludir las políticas de las ciudades santuario a través de acuerdos de intercambio de datos, el DHS puede estar apuntando activamente a personas sin justificación legal. Esta práctica potencialmente viola los derechos de los ciudadanos y residentes estadounidenses que han sido etiquetados injustamente como amenazas.
- Datos poco confiables que amplifican el sesgo: La dependencia de la defectuosa base de datos sobre pandillas de Chicago resalta cómo los datos sesgados e inexactos pueden alimentar prácticas de vigilancia dañinas.
Si bien el conjunto de datos de Chicago ya ha sido eliminado, el DHS continúa implementando amplias iniciativas de intercambio de datos, con el objetivo de consolidar información confidencial entre agencias. Esto plantea serias dudas sobre el compromiso de la agencia de proteger las libertades civiles y utilizar datos precisos de manera responsable en su trabajo de inteligencia. Hasta que se implementen mecanismos de supervisión sólidos y se fortalezcan las salvaguardias contra datos sesgados, estos riesgos seguirán aumentando.





















































